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Rosario está de luto, mientras otros están de fiesta

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No hay país en el mundo que no tenga una ciudad captada por las drogas y en Argentina Rosario, al parecer es la elegida

El miedo y la incertidumbre han vuelto a conmover al conjunto de la sociedad en Rosario. En un trágico suceso, han sido asesinados a tiros un colectivero, dos taxistas y un playero en una estación de servicios. Esta violencia ha llamado la atención tanto de los medios nacionales como extranjeros, quienes han enviado reporteros para cubrir los eventos. Se han emitido diversas hipótesis y conclusiones, y tanto opinadores especialistas como políticos se han involucrado para discutir posibles soluciones y detener la ola de asesinatos y violencia generada por las organizaciones narcotraficantes.

La calle y la droga

En el barrio Pichincha, durante las noches en Rosario, el precio de un porro en la calle varía, siendo mil pesos si es de origen paraguayo y dos mil si es cogollo. Por otro lado, un papel de cocaína se vende por no menos de 5 mil pesos, aunque si es de buena calidad y no está demasiado cortado, su precio puede llegar a los 7 u 10 mil pesos. Es importante destacar que en ninguno de estos casos se realizan compras con tarjetas o con acuerdos de pago futuro; todo se realiza al contado.

Un joven vendedor puede vender al menos unos 30 papeles y alrededor de 80 porros por noche. Las ganancias obtenidas se entregan a un operador que recorre la noche haciendo guardia o cuidando el territorio. Cuando la operación es de mayor escala, se contacta a un taxi, remis o Uber para buscar los pedidos en los lugares conocidos y se trasladan a los clientes.

 Los clientes

Se reúnen en los mismos lugares, se conocen y comparten las mismas costumbres, desde sus deportes favoritos hasta sus vicios más extravagantes. Consumen marihuana y aspiran líneas de cocaína de buena o mediana calidad, acompañados de abundantes comilonas y buenos vinos. En muchos casos, cuentan con alguien conocido que presenta a nuevas amistades en estas reuniones. Abogados, jueces, empresarios, políticos, periodistas y todos aquellos que participan en este mundo de placer y buen vivir convierten estos encuentros en reuniones espectaculares.

En localidades como Funes, Roldán y lugares similares, en quintas y casas de fin de semana, estas reuniones se llevan a cabo dentro de un estricto círculo social donde el consumo también es parte de la tertulia.

Las Inversiones

La falta de datos precisos sobre las inversiones multimillonarias en Rosario es evidente, ya que rara vez se encuentran datos exactos disponibles. No existe una única dependencia gubernamental, sea provincial, municipal o nacional, que proporcione información detallada sobre cualquier consulta relacionada con inversiones.

En el centro de la ciudad, se observa una actividad frenética de construcción, con más de quinientas obras en curso. Muchas propiedades han sido transformadas en edificios de departamentos, sin embargo, a pesar de años en el mercado, pocas logran encontrar compradores.

La expansión comercial en la ciudad también es notable, con negocios de diversos perfiles proliferando en la misma manzana: ópticas, tiendas de ropa, concesionarias de autos, venta de motos, gimnasios, barberías, entre otros. La falta de control sobre la procedencia y sostenibilidad de estos negocios es evidente.

En el ámbito del transporte, los taxis, remises y Uber operan en las calles. Sin embargo, las licencias (chapas de habilitación) están en manos de organizaciones de propietarios tercerizados, cuyos titulares son desconocidos. Estas organizaciones, que poseen 10 o más licencias, controlan un circuito de autos que brindan servicios de entrega al cliente consumidor.

Las cárceles

 Durante la última década, Rosario ha recibido la llegada de efectivos de todas las fuerzas con el objetivo de erradicar el narcotráfico, pero lamentablemente, los resultados han sido insatisfactorios. Conscientes de que enfrentan la perspectiva de pasar el resto de sus vidas en la cárcel, algunos de estos individuos buscan asegurarse ciertos privilegios dentro de las instituciones penitenciarias.

Para lograr esta comodidad, se necesita una economía que permita acceder a estos beneficios. En este sentido, la única manera de asegurar estos recursos es a través de actividades ilegales en la calle. Mediante la organización de bandas, se controla la gestión y distribución de estos negocios, a veces liderados por las propias familias de los reclusos. Estas operaciones no solo buscan mantener el bienestar fuera de los muros de la cárcel, sino también proteger los territorios y, en ocasiones, intimidar a otros grupos rivales.

La seguridad

Un guardiacárcel percibe aproximadamente 280 mil pesos al mes, una cantidad insuficiente para sostener su vida y la de sus familiares. Es por ello que se ven tentados a aceptar ciertos pagos adicionales, conocidos como "regalías". Similarmente, los policías que patrullan los barrios donde abundan los bunkers reciben ofertas de hasta el doble de su salario para ignorar lo que sucede en esos lugares. En estas situaciones, los agentes continúan su recorrido sin intervenir y luego cobran una parte para sí mismos y otra para sus superiores.

Además, en estas operaciones, los mismos efectivos pueden suministrar armas y municiones a los delincuentes para que estos las utilicen en sus actividades ilícitas. Sin embargo, no todos los involucrados en el negocio de las drogas están dispuestos a portar armas durante sus encuentros con los clientes, y para ellos, existen individuos designados para proporcionar protección falsamente.

La Hidrovía

A lo largo del Río Paraná, que conecta varios países y cuenta con salidas a la denominada hidrovía, circulan cientos de barcazas de ida y vuelta. Estas embarcaciones transportan parte de la droga que llega a los muelles y puertos costeros, generalmente en bolsos que son arrojados al agua y luego recuperados por personas encargadas. La seguridad de estas operaciones recae en la Prefectura Naval, pero las patrullas son escasas durante ciertas horas del día.

Mientras tanto, isleños utilizan pequeñas embarcaciones para recolectar los objetos arrojados al agua y los llevan al interior de las islas, donde los mantienen ocultos hasta que pueden transportarlos a la ciudad. Esto suele ocurrir en altas horas de la madrugada, cuando aquellos con conocimientos de navegación pueden moverse con facilidad de un extremo a otro. Una vez en tierra firme, la mercancía se deposita en lugares preparados para su almacenamiento a largo plazo, hasta que es recogida por los interesados y propietarios de la carga. Las profundidades de las islas son difíciles de penetrar, y es allí donde se establecen los escondites para la mercancía recogida desde las barcazas.

El asado

Temprano por la mañana, mientras se llevaba a cabo la carga de combustible en una una camioneta de alta gama, se acercó al mostrador del autoservicio, un conocido magistrado que se dirigió en voz alta a un grupo de personas que estaban sentadas en una mesa del local y les anunció: "Este fin de semana tenemos un asadito". Uno de los presentes respondió entusiastamente: "¡Claro que sí, vamos con todo, doctor!".

Una vez que el anfitrión se retiró, los aparentes comensales comenzaron a coordinar una serie de acciones que, en pocos minutos, ya tenían organizadas. Uno de ellos advirtió: "Che, no traigas basura, sabes que tiene que ser de la buena. Y ten en cuenta que somos varios y será hasta altas horas de la noche". Otro asintió con una sonrisa y añadió: "Sí, estos consumen de todo".

Mientras tanto, en la pantalla del televisor se desplazaba un zócalo con letras rojas que anunciaba: "Rosario bajo las balas".

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