Endeudarse para comer: la morosidad en las economías familiares parece ir en aumento

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La morosidad en las economías familiares parece ir en aumento, al menos en Rosario, donde la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor recibe de manera constante consultas, la mayoría angustiadas, de personas que exponen sus dificultades para seguir sosteniendo la rueda del endeudamiento doméstico. Una tendencia que se disparó a partir de la devaluación de enero de 2024, que erosionó el poder adquisitivo y como consecuencia expandió un cambio de hábito en la pauta de consumo: pagar gastos corrientes con tarjeta de crédito, y para peor, recurrir a veces a créditos formales o informales, billeteras digitales, prestamistas de usura y la aparición luego de agencias de cobranza intimidantes, a un paso de la amenaza.

El rasgo en Rosario se apoya en las conclusiones de quienes atienden este tipo de consultas, y se condice con la tendencia a nivel país que indica el Banco Central. Tal como divulgó días atrás el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE), “los créditos a las familias en condición de irregularidad alcanzaron un nuevo record: el 7,4% de la deuda de las familias está en esta condición. En coyunturas ‘normales’ ese indicador ronda el 2,5%“, apuntó el informe.

“Antes los pedidos de refinanciación eran pocos, a lo sumo alguien lo solicitaba de tanto en tanto. Pero ahora recibimos todos los días personas que no llegan a pagar ni el mínimo de la tarjeta”, reseñó Ariadna Ciammariello, coordinadora de Atención al Público en la Oficina Municipal.

La tendencia afianza un corrimiento en el hábito de consumo y el empleo del plástico para gastos del hogar. Si antes este medio de pago se usaba para financiar la compra de bienes durables como un electrodoméstico, por ejemplo, hace un tiempo ya que los resúmenes de tarjeta muestran compras rutinarias en supermercados, por ejemplo.

“Hace unos años la gente usaba la tarjeta para comprar una heladera o un televisor. Hoy la usan para llenar la heladera o comprar remedios”, distinguió. Este rasgo no distingue estratos sociales, asalariados, monotributistas o jubilados.

“Ya no se trata de consumismo, sino de cubrir necesidades básicas. Gente con trabajo formal está usando crédito para comer”, se alarmó Ciammarriello.

Un relevamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI) sobre el Gran Rosario indicó el mes pasado que el 76% de las mujeres “está peor económicamente con respecto a 2024″.

El 68% -según el informe- debió contraer préstamos o efectuar pagos con tarjetas de crédito para cubrir gastos diarios. “Aquí se observa el endeudamiento con créditos otorgados por billeteras virtuales o prestamistas barriales. A lo que se añade el no pago de impuestos y servicios o el pedido de ‘fiados’”, dedujo Sofía Botto, coordinadora del equipo que hizo el estudio de campo.

La referente de la Oficina de Defensa del Consumidor municipal observó la tendencia, más allá del fenómeno: la gente está tomando deuda para cancelar otra deuda anterior. ”La gente pide préstamos personales o adelantos de sueldo para cubrir la tarjeta, pero al mes siguiente debe más. Y cuando el banco ya no presta, aparecen las financieras no reguladas o los prestamistas barriales, donde se devuelven tres veces más de lo que se pidió en apenas 30 días", dijo.

“Hay préstamos de 450.000 pesos que en 30 días devuelven casi 500.000. Parece poco, pero es un 10% mensual. Si eso se repite, la deuda se multiplica rápidamente”, puso de ejemplo.

La situación se agrava en el campo de la informalidad y de las fuentes de financiamiento con características de usura. “Cuando entran en mora, los bancos los informan al Banco Central, y ya nadie les presta. Entonces recurren a las billeteras digitales o a lo que en los barrios se conoce como las cuevas. Son préstamos rápidos, sin papeles, pero con intereses altísimos y, en algunos casos, con amenazas”, confirmó.

La situación viene de arrastre y para peor en el último año. Hace unos meses se conocía a partir de un estudio de mercado que el 91% de las familias argentinas tiene algún grado de endeudamiento.

“Todavía no hemos tenido hechos de violencia física, pero sí llamadas intimidatorias o mensajes a familiares. Te dicen ‘decile a tu mamá que no se olvide de pagar’. Eso ya es una forma de amenaza”, relató.

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