Rosario, cuna de Messi y Di María, un semillero de cracks argentinos

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Pasión, potreros para jugar en la calle, buena alimentación y un toque de magia, es el combo que hace de la ciudad agroexportadora de Rosario, un semillero de cracks del fútbol y escuela de entrenadores de Argentina.

Los astros Lionel Messi y Ángel Di María, los más emblemáticos jugadores de la Albiceleste, son de Rosario, de 1,5 millón de habitantes, ubicada a 310 km al norte de Buenos Aires, en la provincia de Santa Fe.

"Como dice Gerardo Martino, entrenador de México, en esta zona de la pampa gringa (inmigrantes, jerga local) nacen chicos bien formados físicamente. Además en Rosario hay grandes formadores de jugadores. Es un tema de la formación física a través de los nutrientes, de la comida, de ciertos animales que hay por la región", explica a la AFP Nicolás Galliari, autor de "Rosario, cuna de cracks", de 2019.

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En Rosario "tienen buena alimentación y la mayoría tiene buena familia (...), cosas importantísimas para el desarrollo del chico en un ambiente que lo ayude a crecer", dijo a la AFP en Buenos Aires Jorge Griffa, de 87 años, el 13 de octubre de 2022 JUAN MABROMATA AFP
En su libro, Galliari recopila unos cincuenta nombres de famosos jugadores de esa zona, como Javier Mascherano, Maximiliano Rodríguez, Cristian 'Killy' González y años antes Jorge Valdano, Walter Samuel y Gabriel Batistuta.

Tampoco faltan los entrenadores destacados internacionalmente como César Menotti, campeón mundial con Argentina en 1978, Marcelo Bielsa, Gerardo Martino, Edgardo Bauza, Mauricio Pochettino, Jorge Sampaoli y Scaloni.

  En "Rosario, cuna de cracks" (2019), Nicolás Galliari reseña a futbolistas como Mascherano, Maxi Rodríguez, Killy González, Valdano, Walter Samuel y Batistuta; y DT internacionales como Menotti, Bielsa, Tata Martino, Sampaoli, Pochettino y Scaloni Luis ROBAYO AFP
"En esta zona tienen una buena alimentación y la mayoría tiene buena familia, contenedora, dos cosas importantísimas para que el chico se vaya desarrollando en un ambiente que lo ayude a crecer", sostiene Jorge Griffa, de 87 años, exjugador nacido en Casilda, otro pueblo cercano a Rosario.

Descubridor de talentos como Carlos Tevez, este "formador de formadores" que tuvo a Bielsa como discípulo cuenta que solía matar una vez por mes una ternera de su propio campo para que los jugadores de las inferiores coman carne.

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  Vista aérea de un partido de fútbol en un campito de Rosario, junto al río Paraná, un potrero como tantos donde los niños argentinos aprenden el arte y los caminos del balón Luis ROBAYO AFP
Los pasos de Messi
"Messi, Messi", gritan al unísono los niños de un grupo escolar que visita el Monumento a la Bandera, en pleno centro de Rosario. Quizás descubrieron el inmenso mural de Messi pintado en un rascacielos muy cerca de allí y desde donde el astro parece mirar hacia el río Paraná.

Frente al río, sobre el césped medio raído, unos adolescentes improvisaron una cancha con sus bolsos a modo de arco, para jugar un 'fulbito'.

"La proliferación de potreros (canchas improvisadas) era una característica de esta 'ciudad con alma de pueblo' pero esa cultura se está perdiendo", lamenta Galliari para quien esos espacios rudimentarios de tierra "han sido una de las grandes bases para tantos talentos, donde los chicos empezaban a formarse".

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En el Club Atlético El Torito un enorme mural de Di María recuerda que allí, cuando el lugar era un campo de tierra, el astro ya pateaba pelotas, mucho antes de debutar en primera a los 17 años en Rosario Central Luis ROBAYO.
En cambio, se desarrollaron escuelas de fútbol infantil como la de Newell's, adonde concurrió Messi de pequeño y hoy atrae a cientos de niños con la ilusión de emular al 10 de la selección albiceleste.

"No se es Messi tan fácil, pero sirve muchísimo que él haya entrenado acá, muchos chicos se acercan solo por eso. Es un orgullo que el mejor jugador del mundo sea hincha y haya jugado en Newell's, sirve que hoy Messi sigue hablando bien del lugar de donde salió", expresa a la AFP Joaquín Bautista, de 22 años, uno de los entrenadores de la escuela.

El 'profe', como lo llaman sus alumnos de entre 6 y 12 años, asegura que cuando un niño se destaca, lo primero que intenta "es que no se le suba a la cabeza que ya es Messi. Uno no se lo dice para matar la ilusión sino para que no pierda las ganas de seguir mejorando".

 

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