La niñez está en peligro

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Por Rosario Hasperué*

La niñez está en peligro
Mientras Milei hablaba de las virtudes de la economía liberal en la ONU, el Comité Internacional de los Derechos del Niño advirtió sobre la grave situación de los más jóvenes en nuestro país. En Argentina, siete de cada 10 pibes son pobres.
 
Estamos frente a un escenario en el cual el Presidente de la nación se vanagloria de un supuesto “déficit cero” a costa del hambre de su pueblo, promueve discursos de odio, se alinea a la estrategia bélica de la oligarquía global abandonando la postura de neutralidad de nuestro país, y habla de la libertad al tiempo que reprime toda forma de protesta, aumenta la desocupación, disminuye presupuestos en áreas clave como salud y educación, persigue y estigmatiza a quienes considera opositores, revindica la dictadura genocida, desmantela políticas de memoria y derechos humanos, vende empresas estratégicas del Estado, cede territorios soberanos, retrocede en políticas de género e impulsa un proyecto de criminalización de niños desde los 13 años. Mientras, el 70 por ciento de la niñez se encuentra bajo la línea de pobreza con sus derechos vulnerados, crecen todo tipo de desigualdades y las tecnologías avanzan sobre las formas de vida que conocemos. Son algunos de los desafíos de este tiempo, nos toca liderar la lucha por la humanidad.

Esta nota surge a en el marco de tes hechos que ponen a nuestro país en el ojo internacional: las preocupantes observaciones del Comité de los Derechos del Niño sobre Argentina del 16 de septiembre, el salvaje discurso anti agenda de derechos y pro mercado de Milei en la Asamblea General de Naciones Unidas el 23 de septiembre en Nueva York y el último informe del INDEC publicado el 24 de septiembre sobre la incidencia de la pobreza en el primer semestre del 2024.

Tanto el informe del Comité de derechos del niño como los datos catastróficos de pobreza en la gestión Milei, contrastan estrepitosamente con el discurso de un presidente que desde un atril en Estados Unidos quiere dar indicaciones al resto del mundo sobre su modelo de “libertad” que en los hechos está llevando a su propio país a los índices de desigualdad más altos de estos cuarenta años de democracia, sólo comparables con el año 2003 tras la crisis del 2001.

Primero el informe del Comité Internacional de los Derechos del Niño del último 16 de septiembre es contundente sobre la situación de niñez en nuestro país y las políticas de retroceso en la materia por parte del gobierno, informe al que aportamos también con datos que enviamos en el mes de marzo al citado órgano de Naciones Unidas junto a la sección argentina de Defensa del Niño Internacional.  Entre las Observaciones finales del séptimo informe periódico de la Argentina, se enumera una serie de preocupaciones y recomendaciones que incluyen:

Preocupación por “la continua y drástica disminución de las asignaciones presupuestarias para la infancia, incluida la falta de inversión en salud y educación en los últimos meses”. “El Comité recomienda que el Estado parte: (a) Aumentar urgentemente las asignaciones presupuestarias para la infancia”
Insta a “Libertad de expresión, asociación y reunión pacífica” y manifiesta  preocupación “por las restricciones impuestas a los niños a su derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión pacífica y por el uso excesivo de la fuerza”. El Comité recomienda que el Estado Parte: (a) Aplicar el principio de autonomía progresiva de los niños y niñas en el ejercicio de los derechos políticos y garantizar su libertad de expresión; (b) Fortalecer el derecho de los niños a la libertad de asociación y de reunión pacífica, en particular derogando las disposiciones del «Protocolo para el mantenimiento del orden público en caso de cierre de rutas de tráfico» (2023) que restringen el derecho de los niños a participar en protestas; (c) Garantizar que los niños no sean amenazados por ejercer su derecho a la libertad de asociación y de reunión pacífica.

Sobre salud mental:“Preocupado por la elevada tasa de suicidios, el Comité recomienda que el Estado Parte: (a) Elaborar una política de salud mental para los niños, aplicar la Ley de salud mental (Nº 26657) y aprobar un presupuesto suficiente para garantizar la prestación adecuada de servicios de atención de la salud mental de calidad para los niños”.

Respecto a la Nutrición, el Comité manifiesta preocupación “por el hecho de que la inseguridad alimentaria moderada y grave haya aumentado de manera alarmante en los últimos años y de que la interrupción del suministro de alimentos y prestaciones económicas en las cocinas comunitarias tenga un efecto negativo en los niños”.

El Comité insta a “Adoptar medidas urgentes para implementar un plan nacional e intersectorial de prevención y tratamiento de la malnutrición en todas sus formas, ya sea deficiente o excesiva; (c) Crear un plan nacional de alimentación escolar con un presupuesto adecuado, basado en las Guías Alimentarias Nacionales y garantizar que todos los niños reciban una alimentación adecuada”

El Comité insta al Estado Parte a: (a) Velar por que los niños y sus familias que viven en la pobreza reciban apoyo financiero adecuado y servicios gratuitos y accesibles, sin discriminación; (b) Reducir la pobreza entre los niños en situación de vulnerabilidad, en particular los niños indígenas y los que viven en zonas rurales y aisladas, en particular simplificando el acceso a las medidas de protección social, como la Asignación Universal por Hijo, y velando por que el apoyo prestado se adapte a las necesidades de los niños y cubra los costos reales de un nivel de vida decente; (c) Implementar las medidas necesarias para lograr un plan universal y no condicional que brinde cobertura de protección social a todos los niños, incluidos los que tienen entre 15 y 17 años de edad; ajustar automáticamente el valor de las transferencias monetarias dirigidas a los niños en un contexto de alta inflación; e identificar y abordar las causas fundamentales detrás de la disminución de la cobertura para los niños de 0 a 2 años.

Justicia penal juvenil: “(a) Mantener la edad mínima de responsabilidad penal en 16 años para todo tipo de delitos y abstenerse de reducir la edad; (b) Promover la justicia restaurativa en el sistema de justicia juvenil; (c) Promover activamente medidas no judiciales, como la remisión y la mediación para los adolescentes en conflicto con la ley, acusados o condenados por haber infringido las leyes penales y, siempre que sea posible, la aplicación de penas no privativas de libertad para los niños, como la libertad condicional o los servicios comunitarios, y velar por que se presten servicios de salud y psicosociales a esos adolescentes.
Estas preocupaciones y recomendaciones deben ser difundidas para que se tome real consciencia de la grave situación en la que se encuentra nuestro país en materia de niñez. La represión de la marcha de jubilados del último 11 de septiembre que tuvo como víctima a una niña de 10 años da cuenta de los niveles de violencia del Gobierno sobre la niñez, pero al mismo tiempo queda en evidencia a nivel internacional la violación de derechos humanos.

A lo largo de los 20 años de existencia del Foro por la Niñez hemos realizado cientos de informes, documentos y recomendaciones a los gobiernos de los distintos niveles del Estado, siempre en pos de lograr la plena aplicación de las leyes de niñez, y el cumplimiento del tan mentado “interés superior del niño”. Pero nuestra voz, que es la voz de los y las trabajadores, de los y las profesionales, de referentes de organizaciones sociales, de hogares, de centros de día, de comedores y de los propios niños y niñas, fue pocas veces escuchada, menos aún tenida en cuenta. Así es cómo, a excepción de períodos en los que logramos grandes conquistas como la aprobación de las leyes promotoras de derechos, como la asignación universal por pibe, como programas de atención a las niñeces en sus distintos períodos de crecimiento, programas de derecho a la identidad e identificación y políticas de formación y capacitación, hemos tenido retrocesos, quizá a causa de mezquindades del mundo de la política partidaria, pero también de intereses empresariales por encima de la garantía de la universalidad de derechos.

Por ineptitud, torpeza o por intención deliberada, lo cierto es que el sistema de promoción y protección nunca fue puesto en marcha en su totalidad. Así, miles de pibes y pibas crecieron, en estos 20 años sin poder gozar de derechos básicos e indispensables, como a la salud, alimentación, educación, casa, familia “con pan, techo y trabajo”.

Desde el Foro por la Niñez siempre nos posicionamos desde una  perspectiva de derechos de clase. Somos trabajadores y trabajadoras que entendemos que para construir humanidad hay que ser solidarios, y que el canto de sirenas del “sálvese quien pueda” promovido desde el mundo de quienes no tienen principios sino sólo intereses, es devastador para nuestras sociedades.

Pero ganó un presidente que prometió destruir el Estado, porque desde el Estado no se supo, no se pudo o no se quiso tomar medidas audaces que lograran distribuir la riqueza para la justicia social. Y un Estado que no da respuesta, es un Estado que no funciona. Nunca es buen augurio dejar a los pibes y a las pibas librados a su suerte.

Al mismo tiempo, revoluciones tecnológicas mediante, pasamos de las utopías a los relatos distópicos, con una velocidad que no posibilita tener la reacción necesaria. Y acá lo que está en juego es la vida de nuestros pibes y la soberanía de los pueblos.  Las tecnologías de la información y la comunicación que fueron poblando nuestra geografía, llegando a lugares impensados, tienen la característica de ser tecnología invasiva. La banda ancha y la conexión no nos conectaron con nuestros vecinos, sino con comunidades virtuales vinculadas a gustos e intereses de cualquier lugar del planeta. El gran problema es que quienes vivimos en el sur del mundo y pertenecemos a economías desfavorecidas en la organización del mercado global terminamos muchas veces como cantó Edmundo Rivero “con la ñata contra el vidrio”, pero esta vez con el ojo mirando a través de una pantalla formas de vida en donde el consumo de los millonarios parece que está al alcance y sin embargo es tan lejano e imposible que genera nuevas emociones como la tan de moda “ansiedad”, que algunos especialistas de la salud ya la consideran como la nueva epidemia de los jóvenes. El aumento de problemas de salud mental en la niñez, enfermedades psiquiátricas cada vez a más temprana edad, suicidio y consumo problemático debería encender todas las alarmas: ¿Qué estamos haciendo desde el mundo adulto con la niñez?

En tanto,  la agenda 2030 que denigra el presidente en las Naciones Unidas comienza con el primer objetivo que es terminar con la pobreza y la desigualdad, le sigue terminar con el hambre, luego garantizar la salud, la educación, la equidad de género, trabajo decente, un ambiente sin contaminación, desarrollo sostenible, ciudades accesibles e inteligentes, cooperación internacional, paz y acceso a la justicia. ¿Es un compendio de 17 objetivos políticos? Sí. Me gustaría que Milei junto al puñado de presidentes que representan a la nueva oligarquía global sean explícitos con su compendio de objetivos. Sin lugar a dudas, el primero que están llevando adelante es la destrucción de la vida que se opone a sus intereses supremasistas, tal es la defensa del genocidio en Gaza.

Las críticas de Milei sobre la agenda 2030 no demuestran solamente un desconocimiento brutal de su contenido, sino que no dicen que el fracaso de la agenda en cumplir con esos objetivos resulta de la incapacidad de los gobiernos de adecuar medidas en sus propios países para alcanzar las metas. El problema no es el programa, el problema es que no se cumple. Por el contrario, cuando se adoptan medidas tendientes a su cumplimiento se logran grandes avances y cambios positivos, como políticas de seguridad social y redistributivas, que incluso el propio gobierno de Milei mantiene – aunque con presupuesto insuficiente- como la Asignación Universal por Hijo.

Pero es tan inconsistente y contradictorio su discurso que su proclama de la libertad de expresión se contradice con la creciente represión a la protesta que no tiene límites ni para atropellar a una jubilada ni para rociar gas pimienta sobre la cara de una niña de 10 años.

Finalmente, el Presidente anuncia que no acompañará la agenda de Naciones Unidas y que terminará con la histórica posición neutral del país, no explica sobre qué tema ni qué guerra pero se puede inferir que se trata de alinearse con los intereses de Israel y de la oligarquía global, exponiendo a nuestro país a posibles escenarios de guerras fratricidas lejos de los objetivos de paz y justicia que representan la agenda del futuro que Milei con irresponsabilidad anuncia que abandona.

Estamos en riesgo

Hoy la niñez está en peligro, y por eso este gobierno la quiere convertir en peligrosa. Estamos ante un grave problema que requiere respuestas contundentes, pero el tipo de respuesta está en disputa porque lo que está en disputa son modelos sociales totalmente diferentes.  O construimos humanidad y ponemos a la niñez como centro, o se consolidará un sistema que tendrá a la tecnología como centro y a la humanidad como esclava de estándares sociales cada vez más difíciles de alcanzar, dejando en los márgenes a la población que ya es considerada como “sobrante”. La población “sobrante” es a la que se puede eliminar sin costo político alguno, y eso es lo que estamos viendo con el genocidio televisado en palestina.

Bajar la edad de punibilidad a los 13 años hoy en la Argentina del millón y medio de pibes que no comen y del 52,9% de la población en la pobreza, es decir de 15,7 millones de personas con sus necesidades básicas insatisfechas como acaba de publicar el INDEC, es de una crueldad impensada cuando se fundó el Foro por la Niñez, allá por 2004. Sin embargo, es una Argentina real y el riesgo de que avancen, se consoliden y se aprueben proyectos como el de la criminalización de la niñez es una realidad que debe motivarnos -a quienes tenemos conciencia y los datos aún nos importan- a buscar el mayor nivel de acuerdos posibles, en el mayor arco de diversidad y unidad, para construir un frente lo suficientemente fuerte y audaz, que sea un freno para que la cultura del odio no avance y el sistema de la crueldad no se consolide.

Es un nuevo tiempo en el que lo que conocemos se está licuando en una nueva realidad en donde vale todo menos aferrarse a los discursos tibios. Lejos de recluirnos y abandonar la calle, más que nunca debemos salir al encuentro de los otros y otras, al abrazo, a la charla, a la escucha. Es tiempo de escuchar más y hablar menos, pero sobre todas las cosas de acompañar, contener y compartir. Y de hacer memoria, porque en nuestra historia están las fibras de una humanidad que todavía está viva, y peleando.

Aunemos fuerzas, seamos valientes, en la niñez está la esperanza de ese otro mundo posible que todavía podemos construir. Es una necesidad. Y una obligación.

*Rosario Hasperué es periodista, secretaria de Derechos Humanos de la CTA Autónoma provincia de Buenos Aires y coordinadora nacional del Foro por la Niñez.

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